1/27/2010

Una propuesta: la Encuesta inteligente

La encuesta como ratificadora de resultados obvios ya está condenada al olvido o a la rutina. De poco vale saber que la gente “está preocupada por la inseguridad” si la encuesta no aporta, además una evaluación de políticas alternativas para combatir la inseguridad.
Lo que realmente aporta la indagación cuantitativa es la evaluación de alternativas reales, para así ayudar a tomar decisiones de gestión . Es experimentar opciones y ver qué preferencias resultan.
Lo habitual es un simple medidor de “clima social” en el que aparecen las demandas de la sociedad, que siempre giran en torno dos o tres dimensiones: desocupación, inseguridad, servicios sociales, bajos salarios…
Lo que se necesita ahora es adquirir una “inteligencia” profunda sobre las preferencias sociales, sobre costos y beneficios esperados, sobre que intercambio de problemas, que “trade-off” realizan las personas.
Para ir ejemplificando: que cantidad de beneficios está la gente dispuesta a ceder a cambio de obtener más seguridad. El objetivo debe ser siempre poner en la balanza los costos que la gente esta dispuesta a pagar para obtener determinados beneficios.
El joven y brillante economista Tim Harford (“El economista encubierto” y “La lógica oculta de la vida”) propone como programa de la ciencia económica- y en realidad de toda ciencia social- la investigación de la “elección racional”. Es cierto, nos dice Harford que NO todas las decisiones son racionales, pero la ciencia debe proceder simplificando la realidad, a fin de avanzar en la comprobación de hipótesis. Entonces , supongamos que la gente hace un cálculo racional de costos y beneficios, e investiguemos entonces cuales son los incentivos más útiles para obtener los mejores resultados.
“ La gente racional responde a estímulos: cuando resulta más costoso hacer algo, la gente tenderá a hacerlo menos; cuando resulta más fácil, económico o beneficioso, se inclinará a hacerlo con más frecuencia. Cuando sopesan sus opciones , las personas tienen presentes las limitaciones globales de las mismas: no solo los costes y beneficios de una elección en particular, sino su presupuesto total. Y también considerarán las consecuencias futuras de las elecciones presentes. En eso más o menos consiste [ la definición de elección racional]”

Sigue Harford:
“La suposición de que la gente es racional nos conduce a algunas teorías claras y verificables de cómo funciona el mundo. (…) Si los índices de delincuencia son elevados en algunas zonas, entonces la teoría de la elección racional indica que allí los delitos carecen de castigo; debemos entonces buscar la manera de elevar el coste o reducir los beneficios de cometer delitos . Si los adolescentes de esos barrios no tienen una buena educación, la teoría de la elección racional nos dice que esos jóvenes tal vez creen que los costes de la obtención de educación son mayores que los beneficios que produce conseguirla; tenemos que determinar si tienen razón y brindarles otro tipo de estímulo. Y así sucesivamente. Una visión rigurosamente simplificada del mundo puede ser útil incluso cuando se la simplifica en exceso, porque la simplicidad hace más fácil detectar las consecuencias inesperadas de nuestras ideas, descubrir incoherencias de nuestro modo de ver el mundo y contrastar nuestras ideas con las pruebas.”


Es tiempo de desarrollar una función clave para las encuestas: reproducir los mecanismos de decisión de los consumidores o cidadanos, en situaciones concretas, en las cuales deban realizar necesariamente un “intercambio de problemas”: ganar algo a costa de perder algo.

Son esos, entonces los elementos de la ecuación que la investigación debe incluir si pretende ir más allá de lo obvio.

- Una definición clara del problema (inseguridad, violencia familiar, discriminación, apatía política, etc.)
- Una exposición de los costos y beneficios del que las personas obtienen – o creen obtener- al tener determinados comportamientos
- Una exploración de qué elementos pueden cambiar la ecuación actual costo- beneficio explorando alternativas que incrementen el costo de comportamientos negativos e incrementen el valor de los comportamientos positivos.
- Tener en cuenta el “presupuesto global” de las personas y las expectativas de largo plazo

Es bueno contextualizar el tipo de mercado o “espacio de decisiones” (no es lo mismo el de coches usados, que el de la elección a Presidente, el de la Salud que el de Vacaciones) para detectar en cada caso su “nivel de libertad de elección”, qué factores lo afectan (las escaseces, las externalidades, la mala información) y cual es el potencial de decisión individual, qué factores conoce , cuales teme, y cuanto esta dispuesto a pagar para obtener el mejor beneficio.
De este modo la encuesta sería un auxiliar formidable para le gestión, publica o privada, de los diversos mercados.
Menos medición de “opiniones” -lábiles, caprichosas, influenciables- y más detección de “intereses” reales de los individuos: menos moral y más economía.
Esto es la “encuesta inteligente”: una herramienta para anticipar “las consecuencias inesperadas de nuestras ideas”, para generar un breve y sintético mapa de futuro.

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